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La conservación del lobo

 

Algunos países europeos estudian la reintroducción del lobo como forma de mejorar los ecosistemas. En contraste con esta situación, a pesar de que el lobo es la única especie de gran carnívoro, es vilipendiado y erradicado, ignorando todas las recomendaciones y obligaciones legales que protegen a esta especie, así como su importante papel en los ecosistemas.
Matar lobos altera su estructura social: tamaño de grupo, supervivencia, comportamiento. En un mundo con reconocida pérdida de biodiversidad, se clama por la necesidad de conservar especies altamente interactivas, con el lobo como emblema, en virtud de su papel ecológico. Muchos trabajos científicos modernos demuestran el papel y la relevancia que los grandes depredadores tienen para la supervivencia a largo plazo de la biodiversidad de los ecosistemas que ocupan. 
No se conoce ningún lugar del mundo donde la aparición del lobo haya supuesto la desaparición de la ganadería, y pese a ser un argumento recurrente.. Todos los argumentos expresados en el Plan de gestión conducen a un supuesto “conflicto de intereses de conservación”, lo cual es esgrimido para amparar las prácticas de control de lobos..
500 adultos reproductores en toda la Península
El lobo es una Especie de Interés Comunitario en toda la Unión Europea, y un taxón catalogado como Casi Amenazado en España, según el Atlas y libro rojo de los mamíferos terrestres de España. Cuenta con un estatus poblacional similar a la amenazada y estrictamente protegida águila imperial ibérica, pero su conservación está en entredicho por la elevada mortalidad no natural inducida por el ser humano y la fragmentación de su gestión. Al menos existen 500 adultos reproductores en 254 manadas en toda la Península Ibérica, según estimas publicadas de 2005, lo cual constituye un indicador de su precariedad poblacional. Se desconoce a ciencia cierta el número real de lobos por la dificultad intrínseca que presenta censar una especie tan evasiva y por la falta de estimas razonables sobre el tamaño de cada manada, parámetro que ha sido sobrestimado en España para esgrimir una expansión no suficientemente acreditada y analizada.
¿La conflictividad es real?
Los ataques a la ganadería son un problema y no se trata de minimizar sus efectos, pero hay que reflejarlos en su justa medida. El primer estudio no invasivo sobre el lobo realizado en la Península Ibérica por un equipo de especialistas basado en el análisis genético de excrementos, ha demostrado que existe una elevada presencia de excrementos de perros en zonas con alta incidencia de ataques al ganado doméstico achacados a lobos. Además, reveló que los perros consumen habitualmente ganado doméstico, por lo que convendría plantearse si el elevado volumen de daños atribuido a los lobos es real. Algunos trabajos incluso sugieren que en torno al 10% de algunas reclamaciones de daños en Asturias y Zamora pueden ser fraudulentas.
Con independencia de la presencia o ausencia de lobos, los daños a la ganadería también pueden ser ocasionados por perros errantes, asilvestrados o por aquellos que incluso custodian explotaciones ganaderas. Es sobradamente conocido que los daños están más relacionados con el manejo ganadero que con la abundancia de depredadores. 
Aunque los sindicatos agroganaderos señalen la imposibilidad de coexistencia entre lobos y ganadería extensiva, algo que no es defendible en el siglo XXI. Esto es aún más indignante cuando se trata de un sector fuertemente subvencionado con dinero público a través de ayudas agroambientales, que llevan implícito un compromiso con la conservación del medio ambiente, que necesariamente ha de incluir al lobo. Debemos recordar que el sector agroganadero recibe 7.600 millones de euros a través de la PAC en España y que estas ayudas raramente son evaluadas por la administración.
Las políticas de pagos por daños y subsidios deben sustituirse por ayudas ambientales vinculadas a la presencia de grandes carnívoros en las zonas de producción siempre y cuando se adopten métodos de prevención (pastores profesionales, recogida nocturna del ganado, perros de guardia bien adiestrados, etc.) y se acredite convenientemente su uso. La administración debe velar porque esto sea así. 

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